Sin darnos cuenta, día a día, es imparable. Y si no te gusta lo que vas a leer, uhhh, es lo que hay.
La madrugada de Año Viejo de 1999, mirando el reloj de la Puerta del Sol, significaba para muchos un cambio de milenio, y de vida. Y justo al año siguiente más de lo mismo. Agoreros, pesimistas, visionarios, los más negativos presagiaban el fin del mundo, Internet se conocía como “la autopista de la información” y, en resumen, había una sensación de que los Blade Runner serían nuestros compañeros de viaje. El cine contribuía a ello y los oportunistas llegaban a vender parcelas en la Luna o viajes a Marte, incluida la vuelta. El caso es que todo sigue igual. Bueno, todo no, pero casi. Seguimos los mismos eso si, y lo que estamos es construyendo un futuro que –consciente o inconscientemente- nos absorbe lenta e inexorablemente a depender de la tecnología cada minuto del día.
A menudo pensamos que las predicciones tecnológicas son una pérdida de tiempo, porque al mirar al cielo no vemos los coches voladores que nos prometían en las películas, pero esta claro que vivimos un presente distorsionado, en el que con un mínimo de formación científica –o de i/lógica- se pueden realizar vaticinios a corto o medio plazo con ciertas garantías. El escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, por ejemplo, inspiró los satélites geoestacionarios; Ray Kurzweil es el futurólogo que profetizó docenas de avances tecnológicos (una máquina ganaría a cualquier humano al ajedrez o Internet), y –tal vez el mejor- Nicholas Negroponte se ha constituido como el gran gurú del futuro tecnológico que se nos avecina. hacklink panel
Negroponte, fundador del Media Lab del MIT, de la revista Wired y de la organización One Laptop Per Child (OLPC), es conocido actualmente como uno de los padres fundadores de la Era de la Información (también conocida como Era Digital o Era Informática). Está obsesionado con la información, con la necesidad de diseminarla por todo el mundo para resolver muchos de nuestros problemas, y también con la necesidad de asimilarla de la forma más eficiente posible. Por ello fundó OLPC, cuyo objetivo global es proporcionar un portátil a cada niño en edad escolar del mundo. Y, también por ello, Negroponte hipotetiza con una píldora repleta de nanorobots que nos llenará de información el cerebro.
“¿Podría aprender inglés tragándome una pastilla?. Quizá la información en el futuro no tiene que llegarnos por nuestros ojos, orejas y nariz, del modo habitual experiencial […] quizá hay otras maneras de hacer llegar cosas al cerebro directamente.”
La TV está muriendo y los móviles la están matando. Plazo: 3-5 años.
Cada vez vemos menos tele. El total de espectadores y de horas está bajando a marchas forzadas durante el último lustro mientras aumenta el consumo de vídeo en móvil en triples dígitos anuales. Pero la mayor amenaza a las televisiones tradicionales (y la publicidad) no son solo Netflix o YouTube, sino las empresas de telecomunicaciones. Movistar, en España, ya es un ejemplo de los conglomerados que regirán el futuro: proporciona Internet y al mismo tiempo los contenidos que ves en tu pantalla. Una guerra en la que Amazon (que ahora ya quiere prestar servicios de Internet en nuestro continente), Netflix, y HBO empiezan a acumular Oscars y Globos de Oro y a convertirse en las productoras de referencia de documentales, series y películas que puedes ver cuando quieras y cómo quieras. Como dice Ted Sarandos, el director de contenidos de Netflix, “a la televisión sólo le quedarán las noticias y los deportes en directo”. O ni eso: Facebook, Google y Twitter se están planteando muy en serio convertirse en los referentes deportivos con un aliado imbatible: la tecnología. Un futuro en el que la realidad virtual te permita vivir un partido desde dentro del campo en 360º; Facebook o Samsung pueden hacerlo realidad en menos de cinco años, y contra eso la televisión no puede competir.
El planeta en una pantalla: Google Maps.
Mejor no entremos en detalle de lo que nos prepara Mr. Google. Da miedo. Aunque su sistema para recorrer el planeta a través de una pantalla ya es una realidad. En 2003, el cofundador de Google Larry Page, quedó intrigado con la idea de capturar puntos de vista a nivel de calle en escala masiva. Algo que se ha cumplido holgadamente gracias a Google Maps con Street View. Esta tecnología ya permite introducirnos en uno de los lugares más remotos del mundo, el Amazonas, y promete que pronto nos permitirá viajar a otros planetas. El uso de drones permitirá progresivamente que alcancemos puntos del planeta todavía inaccesibles y, probablemente, en tiempo real (de hecho, ya hay personas que realizan sus propios mapas dronando).
El fin del dinero físico.
Los países nórdicos están tomando medidas para que los billetes desaparezcan. Plazo: de 15 a 20 años. Los hijos del bitcoin serán la nueva divisa. El 30% de los bancos de Japón ya tiene en marcha una moneda digital. Plazo: de 1 a 10 años. Los billetes quedaran, como la filatelia o la numismática, para coleccionistas raritos.
Todos conectados.
En su primera charla en TED en 1984, Negroponte predijo que, en el terreno de la informática, sustituiríamos el ratón por nuestros dedos, y muchos se rieron. Treinta años después, nuestros dedos ya manchan las pantallas de tablets, smartphones e incluso algunos modelos de portátiles. La idea de que los dispositivos deben de estar separados del cuerpo cada vez es más inconcebible en el futuro. Tras la era de lo táctil, probablemente en breve viviremos una época háptica (conjunto de interfaces tecnológicos que interaccionan con el ser humano mediante el sentido del tacto). Por ejemplo, las pantallas ya reaccionan a la presión que ejercemos sobre ellas, y pronto transmitirán la rugosidad cambiando la fricción de la pantalla, es decir, que al tocar la pantalla experimentaremos la superficie de lo que aparece en ella. Gafas conectadas a Internet moviéndose con el parpadeo, reconocimiento facial o por las pupilas, señales dactilares… Internet será en poco tiempo un derecho humano universal y, con total seguridad, gratuito. Imposible quedar fuera, como en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Ya esta puesto en marcha incluso un sistema de satélites, en primer lugar sobre África, para conectar progresivamente toda la humanidad a la Red.
Se acabo la gasolina. Y conducir coches.
No es solo EE UU con sus Teslas, Übers y Googlecoches: en China, ya hay disponibles flotas de taxis autónomos. En Europa, Volvo tiene un compromiso: cero muertes en cinco años. Aunque tengan que eliminar al conductor para conseguirlo. Autonomía aparte, ya nadie podrá poner en duda la potencia de un motor eléctrico en 2017. Así que los que quieran seguir fabricando máquinas de combustión tendrán que ofrecer motores ultra poderosos, de escasísimo consumo y poco contaminantes.
Y lo que es peor, con una vigilancia constante, porque hasta tu coche se convertirá en una fuente de datos. Mientras dure la transición hacia lo robot, tu aseguradora querrá acceso a ellos. Y a tus cámaras. Los gobiernos también: cuando los coches eléctricos dominen, perderán todos los impuestos de la gasolina. Así que te cobrarán por conducir. Por kilómetro recorrido. Metros guiados por control remoto primero y por inteligencias arti‑ficiales después. Trenes y aviones sin maquinista ni piloto. Autobuses públicos que cubrirán áreas, no paradas ‑fijas. Coches compartidos para cualquier trayecto. El vehículo autónomo cambiará las ciudades, donde el coche particular será algo tan hortera como innecesario.
Agotado el “presupuesto anual” de la Tierra.
Es una noticia de la semana pasada, nada de “visiones” catastrofistas. El miércoles 02 de agosto 2017, según la organización Global Footprint Network, se cumplió el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra, que marca la fecha en que se han consumido todos los recursos naturales disponibles para el año. Encontrar un camino en el que economizar recursos y vivir dentro de los límites naturales del planeta es “el mayor desafío de nuestro tiempo”, según el directivo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) Eberhard Brandes. La humanidad tala bosques más rápidamente de lo que vuelven a crecer, pesca en los océanos más rápido de lo que se regenera la vida marina y emite más dióxido de carbono de lo que la biosfera puede absorber, alertan los activistas. “Es un robo a las futuras generaciones”, explica Christoph Röttgers, de la organización alemana de protección de la naturaleza Naturschutzjugend. No hablemos del hielo de los polos…
Y los drones taparán el sol.
El título suena medio apocalíptico, pero es cierto. Medir terrenos, vigilar instalaciones, filmar planos imposibles, tirar bombas, entregar paquetes, competir en carreras aéreas o permitirte volar a través de sus ojos mecánicos… Podríamos seguir, pero los drones voladores no son un futuro inminente, son ya la realidad. Y no como los concibe la ley (de 2014 y que ya se ha quedado vieja): drones sin piloto. Inteligentes, capaces de aprender y de establecer sus propias rutas, aprender del terreno, ir solos a repostar y actuar por encima de ti. Drones guardianes que te sigan a una distancia prudencial desde un punto de vista privilegiado. O capaces de traerte a toda velocidad ese regalo de aniversario que olvidaste comprar tras cuatro toques en la pantalla de tu móvil. El cielo va a llenarse de robots voladores que revolucionarán la agricultura, la mensajería, la seguridad, el turismo, la ingeniería, la arquitectura… Y, sobre todo, junto a los coches autónomos, serán los primeros en conseguir que te acostumbres a un mundo de robots. Tanto EE UU como España aprobarán este año que estas máquinas puedan sobrevolar el último obstáculo antes de la revoludrón: las ciudades. En vez de pájaros, drones.
Seremos un X-Men | Microbiomas.
Dos de las entidades científicas más importantes de EE UU avalan algo que será inevitable: un futuro de bebés modificados genéticamente, con factores destinados a eliminar enfermedades graves o defectos congénitos. Al mismo tiempo, el nuevo juguete de los genetistas (Crispr, que permite crear a la carta) ha entrado en fase de pruebas humanas por partida doble: contra una enfermedad ocular degenerativa y contra un tipo de cáncer. De momento, todo está dirigido a combatir la enfermedad y la muerte pero, ¿cuánto tiempo crees que va a pasar hasta que demandemos terapias génicas que nos hagan mejores?. ¿Quieres ser más fuerte, más resistente, más inmune a tus vicios y defectos?. Sobre el papel, ya es posible. Y, una vez que abres la puerta a tocar los genes de los que lo necesitan, no puedes cerrarla para el resto. Si quieres apostar a dónde lo veremos primero, atiende a lo que se avecina en deportes: la EPO te sonará a prehistoria cuando diseñen a los primeros superatletas.
Estamos llenos de vida: virus, protozoos, bacterias, hongos y otros microorganismos viven dentro de ti en un número igual o superior al de tus propias células. Pero no eres solo tú: hospitales, vagones de metro, cultivos, en casa… Todo tiene sus propios microbiomas. Aunque los avances en el estudio de los humanos están abriendo soluciones bastante curiosas. Una de ellas es que te transplanten caca de otra persona para tratar infecciones intestinales, allí donde los antibióticos fallan. Si, suena demasiado mal que te bombeen algo así, pero no te preocupes, también hay pastillas disponibles. Porque así es el futuro: un lugar donde puedes ingerir un remedio cultivado en la mierda de otra persona. Si todo esto de la investigación con microorganismos te suena horrible, piénsalo de otro modo: una de las mayores colonias de microvida de tu cuerpo está en la boca. Y es la culpable de que tengas que ir al dentista. Piensa en ahorrarte los taladros, las extracciones, los implantes. Por otro lado, también piensa en cultivos sin pesticidas porque sus microbiomas se encargan de salvaguardar las plantas, o piensa también en hospitales donde en vez de esterilizar la idea sea crear bacterias superpoderosas buenas que ayuden a que te cures. Piensa en un futuro donde los antibióticos no sean necesarios. Sobre todo porque, en nuestro presente, los antibióticos están dejando de funcionar. Y toda nuestra medicina gira en torno a ellos.
La VR a toda maquina.
Creíamos que la realidad virtual iba a tardar años en conquistar a los más devotos –antes del gran público-, pero el señor Zuckerberg (dueño de Facebook, Whatsapp, Instagram y Oculus) tenía razón: Sony ha vendido casi un millón de PSVR en la pasada campaña de Navidad. Vive, el más caro y molón de los visores, funciona tan bien que HTC no quiere bajar su precio. Valve, dioses del videojuego en PC, están trabajando en títulos de realidad virtual. ¿Estamos ante el nuevo móvil?.
Yo robot. Te dejaran en paro. Plazo: de 10 a 20 años.
El robocamión es la gran esperanza industrial: las máquinas no duermen, no hacen paradas y no necesitan tacómetro. También (y esto ya se ha probado con éxito) veremos convoyes sin cabina, autobuses circulando en hilera, siempre a la misma velocidad y distancia, aviones sin tripulación, trenes sin conductor… la teoría thermomix, pero en el transporte.
Tu cara no me suena.
Ya se veía venir en Snapchat, Whatsapp, Masquerade o cualquier app que se te ocurra: la modicación digital del rostro es una realidad actual. Filtros divertidos, postprocesados, efectos digitales en vivo… Selfies en los que tú ya no eres tú, sino un efecto especial. Las cámaras de los móviles más modernos ya incluyen “filtros de belleza” por defecto y el internet de las vanidades potencia su uso. ¿El resultado? En un mundo donde cada vez interactuamos menos en persona, nuestro aspecto físico virtual se corresponderá cada vez menos con nuestra realidad. Esto, por supuesto, es arreglar la molesta verdad del mundo físico: la realidad aumentada. El próximo paso nos permitirá ver al resto de personas como ellas quieran, no como realmente son. Y eso si que ya no tiene límite…
Yo he visto cosas que vosotros no creeríais… una tertulia entre amigos, sin móviles ni whatsapp, hielo en los polos, inviernos y veranos, una biblioteca sin Google, jugar en la calle, escuchar vinilos, no tener ciberdependencia, y todo ello sin necesidad de ir más allá de Orión.