Movida Madrid: los 87 del 87.
La mítica “Luna de Madrid” fue una publicación de la Movida madrileña. No fue una revista de periodistas profesionales, o de grupos mediáticos, sino una revista de artistas, con una redacción abierta a colaboradores que, en una gran medida, desinteresadamente participaban en el producto que se hacía. Hoy en el Centro Cultural Conde Duque la exposición “La generación del 87. Orígenes y destinos, 1987/2017”, organizada por Roswell Producciones y Tresmonstruos Media, propone un diálogo / homenaje con nuestro pasado cercano como camino para comprender nuestro futuro, analizando la transformación de la sociedad española a través de la evolución personal de 87 personajes.
La Luna, la más trascendente publicación cultural jamás editada en España, publicó en 1987 el número extraordinario que ha hado pie a esta exposición. Los retratos de 87 personas de todos los ámbitos de la cultura y sociedad publicados hace treinta años, dialogan ahora con fotografías actuales de los mismos protagonistas invitándonos a compartir su evolución, inquietudes, logros, sueños…
Portada del número 1 ( noviembre 1983)
Érase una vez… ‘La luna de Madrid’
Érase una vez una revista cultural que en España vendía 30.000 ejemplares. Repetimos para que ningún lector lo considere una errata: érase una vez una revista cultural que en España vendía 30.000 ejemplares. El cadáver de Franco aun estaba caliente en Cuelgamuros, el socialista Felipe González había descabalgado de un hostiazo electoral al ex jefe del Movimiento Nacional Adolfo Suárez, la heroína y la reconversión industrial vaciaban las venas de media generación de jóvenes, ETA mataba a 400 personas cada año, se oía ruido de sables hasta en las más silenciosas abadías, Jordi Hurtado todavía no presentaba Saber y ganar y el mundo se desparramaba mientras todos nos enamorábamos. Eran malos viejos nuevos buenos tiempos, en resumen. Era La Movida.
La revista se llamaba La Luna de Madrid, y durante una década fue el evangelio del contracristo cultural español que quizás arrancó en 1980 con el estreno de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, la primera, atrabiliaria y deslegañante irrupción de Pedro Almodóvar en los predios de los José Luis Sáenz de Heredia, el director de Franco, ese hombre, que aun vivía.
“Era todo tan asombroso que la muletilla ‘joder, qué movida’ aparecía en todas las conversaciones. De ahí viene”
Ahora una exposición fotográfica en el centro Conde Duque de Madrid revisa lo que fue y lo que sobrevivió de aquellas calendas. En 1987, cinco años después de su lanzamiento, La Luna publicó un número extraordinario con retratos y textos de 87 personajes de todos los ámbitos culturales y sociales para entender qué pasaba, qué les pasaba, qué nos pasaba. Hoy aquel papel es delicatessen de coleccionistas. La exposición del Conde Duque ya inaugurada recupera a algunos de aquellos fotógrafos (y a otros nuevos) y vuelve a retratar a los mismos protagonistas 30 años después, incluyendo textos para interiorizar su evolución, sus arrugas, sus crecimientos y menguamientos y, por supuesto, su obra.
“Viendo la revista ahora, te das cuenta de cuál fue su gran acierto, por qué tuvo tanta repercusión, por qué era imprescindible para tanta gente”, explica el comisario de la exposición, el cineasta Félix Cábez (Almodóvar siglo XX, Buñuel en Hollywood…). “Si ves la revista ahora, no observas distanciamiento ni crítica: solo era una publicación de actualidad sobre la manera de ser, de vivir, de comportarse de una sociedad en un nuevo tiempo”. Y recuerda a los desmemoriados por qué La Movida se bautizó así: “Era todo tan asombroso que la muletilla ‘joder, qué movida’ aparecía en todas las conversaciones. De ahí viene”.
La Luna no fue un proyecto exactamente periodístico. Nació de los propios creadores y de los paseantes inquietos de aquel Madrid. Ejemplo: su primer director, Borja Casani, produciría después el Omega de Enrique Morente, disco legendario casi al momento de nacer. “Por eso quizá La Luna se convirtió en revista de referencia. No había intermediación. Era una fragua de gustos y sensibilidades en sí misma, y por eso nos marcó como personas a toda una generación”, destaca Cábez.
“Se puso en marcha para dar eco al auge de una creatividad que no sabemos de dónde salía, pero que estaba en el subsuelo de la transición política: era la otra transición, la transición de la libertad cultural, sexual, personal. Al cabo se vio que aquella revolución también era un producto de consumo, y las casas de discos, las productoras de cine y las editoriales empezaron a adaptarse a La Movida, y no al revés. Hasta la forma de hacer política tuvo que doblegarse a esa marea. Solo hay que acordarse del alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván”, continúa el comisario de la exposición. Y en el aire de la entrevista queda flotando aquella frase de Tierno: “Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad”.
Félix Cábez cuenta que la muestra del Conde Duque “busca contar, a través de la historia de aquellos 87 personajes retratados por La Luna, la historia de un país. “”, se pregunta con mucho carpe diem. “¿Quiénes eran esas personas? ¿Quiénes son hoy? ¿Cuáles eran y cuáles son sus sueños?. Fue una época en la que la gente fue rabiosamente libre, pero mi proyecto no está basado en la nostalgia”.
Ahora Cábez no encuentra en los quioscos ninguna publicación comparable a aquella. Pero no es un hombre desesperanzado: “Tengo una hija de 22 años y siempre le digo que no se deje llevar por esta época de crisis. En aquellos tiempos nadie te mataba las inquietudes. Ahora sí”, sentencia.
La exposición La generación del 87. Orígenes y destinos, 1987/2017 es gratuita y estará en la sala sur del Conde Duque hasta el 8 de abril. Meses después, probablemente en septiembre, Cábez estrenará una película documental sobre el mismo tema: La Movida, La Luna de Madrid, aquel cuento que empezaba diciendo érase una vez una revista cultural que en España vendía 30.000 ejemplares…
Texto Aníbal Malvar.